3/10/07

Ushuaia (año 1930) Capital del ex Territorio Nacional de Tierra del Fuego


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El 22 de enero de 1930 se conmocionó Ushuaia, el Monte Cervantes primer crucero que llegó a esa ciudad con 1200 pasajeros y 350 tripulantes, chocó contra unas rocas y comenzó a hundirse.

El capitán Theodor Dreyer ordenó evacuar el barco, mientras que con algunos miembros de su tripulación, luego de poner a salvo a todos los pasajeros permaneció a bordo.

Durante 24 horas logró mantener a flote a la nave, cuando se produjo la bajamar ésta dio una vuelta de campana y se sumergió parcialmente fijándose a algunas rocas (cercano a donde hoy se avista el faro Les Eclaireurs).

Se dice que en ese momento se cobró la única víctima –Dreyer- cuyo cuerpo jamás fue encontrado, aunque aparentemente según leí en algunas publicaciones se quitó la vida.

En esa época Ushuaia tenía una población de aproximadamente 800 habitantes, con lo que recibir unas 1500 personas provenientes del desastre náutico produjo un colapso difícil de solucionar.

Así fue que las familias del lugar cobijaron a los náufragos y hasta en la prisión del lugar se albergó gente (Se cuenta que los internos donaron la mitad de sus raciones alimenticias para satisfacer las necesidades de los pasajeros del trasatlántico).

Aída Vidret sobreviviente de esa tragedia –quien reside actualmente en la Provincia de Río Negro- cuenta que tenía 18 años cuando embarcó en el Monte Cervantes junto a su hermana y amigos, que navegaron 7 días desde el puerto de Buenos Aires hacia el Territorio Nacional de la Tierra del Fuego.

Refiere que al emprender el regreso estaban en la cubierta cuando sintieron un tremendo sacudón, oyeron un ruido ensordecedor y seguidamente el barco se inclinó de forma tal que muchos perdieron el equilibrio.

Que junto a su hermana trataron de llegar al camarote para salvar sus pertenencias pero éste se encontraba inundado y el mar les había llevado todo. Bajaron por largas sogas y en grupos de 20 o 30 los subieron a los botes salvavidas.

La costa no era visible y algunos remaron hasta ella, afortunadamente a Aída y su grupo los rescató un buque petrolero argentino.

Señala además que luego se enteró que el capitán Dreyer como buen hombre de mar corrió la misma suerte que el crucero y que a pesar del tiempo transcurrido en la actualidad aún habla seguido con otro sobreviviente del naufragio.

Por otro lado, me contaron que entre los pasajeros se encontraba un fotógrafo y corresponsal de la revista Caras y Caretas (famosa en esos tiempos) cuya salud quedó tan afectada debido a las inclemencias y al frío sufrido que murió un año después.

Curiosidades:
Como anécdota jocosa se cuenta que uno de los pasajeros luego de vivir en las paupérrimas condiciones que le tocaron y en el momento que llegaron a rescatarlo se sacó los zapatos y se los dio al dueño de la casa que lo albergó, diciéndole que si bien agradecía la asistencia recibida lo hacía en señal de protesta por todas las penurias que le habían tocado vivir y que era como símbolo de que “no volvería a pisar esas tierras”.
Quiso el destino que todos los pasajeros dejaran Ushuaia, excepto quien les cuento –el que producto de una situación fortuita, ¡otra más!- terminó viviendo en esta isla para jamás volver a Buenos Aires.

Continuará…

4 comentarios:

Paula dijo...

Faaaah!!
Flor de historia!!
Que siga, que siga!!

Témpera Mental dijo...

Jaaaaaaaa

Bater, espero no cansarlos porque tengo mucho para contarles.

Muackssssssss queridísima.

Anónimo dijo...

Quiero más! Qué genial la historia, me encantó además como la contás. Yo hubiese corrido la suerte del fotógrafo de Caretas... con el frío no puedo! Beso a Temperita.

Weltklang dijo...

Wow! que historia. Los relatos de naufragios son siempre cautivantes. Bue, a mi me fascinan.
Me gusto eso de los zapatos en señal de protesta

beso
W
PD: contate la historia del buque Maria Celeste